¿Te habías fijado alguna vez en esa capa blanquecina que recubre el fuet? ¿Sabes qué es ese polvillo blanco que lo envuelve? Si la semana pasada os hablábamos sobre la piel del embutido, en esta ocasión queremos explicaros un poco más sobre esa especie de polvo blanco -que visualmente se asemeja a la harina- y que recubre algunos embutidos como el fuet, la secallona, la longaniza o algunos salchichones, entre otros.
En Jamón Puro Bellota, tienda de jamón ibérico y de bellota online, nos encanta el mundo de los embutidos ibéricos y los jamones, así que estamos constantemente preparando artículos en los que explicamos curiosidades de todos ellos.
Queremos que conozcas todo sobre los grandes alimentos que forman parte de nuestra gastronomía, así que toma nota porque hoy te hablamos sobre esa capa blanquecina que recubre algunos embutidos. ¡Y te adelantamos que no es harina, aunque se le parezca!
¿Qué es esa especie de polvillo blanco que recubre algunos embutidos?
Una de las dudas más típicas con la que nos solemos encontrar hace referencia a ese polvillo blanco que suele rodear, sobre todo, al fuet, la secallona, la longaniza o los salchichones.
Aunque muchas personas pueden pensar que se trata de una especie de harina, la verdad es que es un moho encargado de mantener alejados otros tipos de mohos dañinos que sí que podrían afectar a la pieza.
Más concretamente, se trata de un moho producido por las bacterias denominadas penicillium nalgiovense, cuyo objetivo es mantener alejadas cualquier tipo de bacterias perjudiciales. Es decir, su función es proteger la carne. Pero además de eso, también se dice que aporta ese particular aroma y sabor de los embutidos realizados de la manera tradicional.
También contribuye al proceso de curación de la pieza y evita que se estropee por la posible acción de otro tipo de bacterias.
Los grandes seguidores de estos embutidos suelen comerlo y no conciben la idea de retirarlo, ya que parece que pierde su encanto. Y no sólo eso, muchos de ellos también aseguran que ese recubrimiento le aporta una cierta textura crujiente que se aprecia en cada fina rodaja que degustan en su paladar.
Pero entonces, ¿se puede comer? Más o menos ocurre lo mismo que con la piel de los embutidos de los que te hablábamos en un post anterior. Se puede quitar si así lo deseas o se puede comer, siempre y cuando la piel sea de tripa natural.
Sobre todo es importante destacar que no se trata de ningún tipo de harina, por lo que las personas celíacas pueden comerla y no supone un problema para ellas.
Al fin y al cabo, ocurre como con la piel del embutido, es una cuestión de gustos, y hay gente que prefiere comerla porque asegura que le da una especie de sabor especial, y otras personas prefieren retirarlo. ¿Tú de qué lado estás?